El
protagonista de la historia, es Eguchi, es un hombre de sesenta y siete años,
casado y con tres hijas. Uno de sus amigos le recomienda un exclusivo lugar,
que se encuentra cerca de Tokio, frecuentado por ancianos, encontrados bien económicamente.
En este club disfrutan de la compañía de hermosas y jóvenes vírgenes que
duermen desnudas junto a ellos bajo narcóticos. Los clientes deben cumplir unas
normas estrictas: no pueden tener relaciones sexuales con las muchachas y no
deben intentar despertarlas bajo ninguna razón. La mujer del lugar le advierte,
desde el principio, que no debe hacer nada de mal gusto, sólo dormir junto a las
desconocidas jóvenes que ignoran totalmente su presencia y solo tienen
permitido soñar y recordar.
Estas
bellas jóvenes permanecen totalmente ajenas a la visión de unos hombres que no
sienten vergüenza al desnudarse ante éstas, pues son incapaces de percibir
cualquier cosa, ni la decadencia física de sus cuerpos. Estos clientes pagan
por el placer de dormir con jóvenes que les permiten sumirse en otra realidad y
soñar con otras mujeres a las que algún día amaron y ahora sólo viven en sus
recuerdos. Las chicas, representan la última aventura de estos ancianos antes
de la llegada del sueño eterno. Éstos vuelven a sentirse jóvenes por una vez,
gracias a los cuerpos de las muchachas. Asimismo en esa casa la mujer que esta
ahí conoce bien la psicología de sus clientes. Ella les da somníferos y
potentes drogas a las chicas para que no puedan despertarse durante toda la
noche.
En
cinco encuentros, separados entre sí, en una misma habitación, en un mismo
lecho, pero con seis mujeres diferentes, Eguchi muestra su visión sobre la
muerte, el amor, la sexualidad, el deseo y su ideal de belleza. En estas
visitas, el recuerda a las mujeres de su vida: su madre, su esposa, sus amantes
y sus propias hijas. Este hombre, en la vejez, recuerda sus noches ingratas,
que son difíciles de olvidar, hasta imágenes de intensa sensualidad. Estas
“cortesanas vírgenes” le hacen revivir capítulos pasados de su vida, perdidos en
la memoria, a través de intensos recuerdos. En su última noche, la mujer del
local para satisfacer su fantasía masculina le ofrece la compañía de dos
jóvenes al mismo tiempo.
Desde
un principio Eguchi desea romper las reglas de la casa, ir más allá de contemplar
su belleza, pero comprueba que la joven con la que esta conserva intacta su
virginidad. No se resigna a solo observarlas, si no que quiere que las bellas
durmientes reaccionen y descubrir detalles concretos de sus vidas. Estas
mujeres sin nombre, sin identidad y sin pasado resultan para el una gran curiosidad. Intenta comunicarse con
ellas, despertarlas, pero es inútil, pues están en un sueño muy profundo. Por
su parte, a ellas no se les está permitido conocer ningún detalle de sus
desconocidos clientes. Con cada nuevo encuentro, la fascinación de Eguchi
aumenta y se acrecienta su necesidad de contemplar la belleza de las jóvenes.
Desea rejuvenecer junto a ellas, que descansan bajo un sueño, mientras
experimenta el temor de llegar a la muerte.
En el
cuerpo de cada joven encuentra las imágenes de otras mujeres a las que un día
amó, que algún día olvido y vuelven a su memoria. Los recuerdos reviven en su
mente a través de un olor como la esencia de unas flores, el aroma de la leche
materna y la fragancia de una piel que le regresa al pasado. Un gesto de alguna
joven le recuerda a una pasión de antaño. Los cuerpos bellos y firmes de las
jóvenes narcotizadas despiertan en Eguchi una multitud de sensaciones, unas veces
tiernas y otras perversas. Se deleita viendo los movimientos de ellas en su
sueño, la posición de sus brazos, el color de sus labios, las delicadas formas
de sus dedos, las curvas de sus caderas y el brillo de sus cabellos. Estas
imágenes le traen recuerdos nostálgicos y liberan sus fantasías.
En una
de sus antiguas pasiones de Eguchi recuerda a una celosa geisha, a una mujer
casada de la ciudad de Kobe que fue su última pasión de juventud, a su amante antes
de casarse, a una adolescente y a una joven a la que le robó un beso hace más
de cuarenta años. En este viaje la imagen de la primera mujer de su vida, su
madre, que muere de tuberculosis. También la presencia lejana de su anciana
esposa y la visión de su hija menor que conoció la sexualidad en los brazos de
su primer amante.
Los
tristes ancianos consuelan su dolor con la compañía de las muchachas y sienten
en su interior el peso de la vejez, mientras el tiempo se les escapa
rápidamente entre las manos: “Parecía haber una tristeza en el cuerpo de una
muchacha que inspiraba a un anciano la nostalgia de la muerte”. Olvidando la
pasión, la sensualidad se vuelve para ellos solo un juego puramente mental. Las
doncellas, siendo su última tentación, son actrices mudas en una representación
cuyo desenlace es siempre trágico. Ellas escenifican sus fantasías y guían sus
pensamientos desde el otro lado del deseo.
La
vejez de estos clientes se contrasta con la juventud de las doncellas. Este
último intento, por parte de estos viejos caballeros, por disfrutar de un
instante de placer se describe perfectamente en la siguiente frase: “(...) sólo
querían beber la juventud de las muchachas dormidas (...)”. Asimismo, todos los
miembros de este club de ancianos, a excepción de Eguchi, por ser un poco más
joven, han perdido su potencia sexual. El protagonista piensa en los
sentimientos y frustraciones de estos hombres que ya no pueden actuar como
tales, pero que en cuyas mentes sigue existiendo la capacidad de amar que el
tiempo no ha podido apagar. Estos viejos caballeros, que se comportan como
niños ante las muchachas, tienen que contentarse simplemente con soñar y
recordar.
La
vejez de los ancianos se enfrenta a la belleza de las doncellas. La contemplación
de su hermosura le da a Eguchi la inspiración necesaria para incitar el
recuerdo de sus amantes. Aparecen a través de este relato, descripciones como:
“Sus senos parecían bellamente redondeados. Un extraño pensamiento le asaltó:
¿por qué, entre todos los animales, en el largo curso del mundo, sólo los
pechos de la hembra humana habían llegado a ser tan hermosos? ¿No era para
gloria de la raza humana que los pechos femeninos hubiesen adquirido semejante
belleza?”. Además, la sexualidad, de los cuerpos de estas bellas desconocidas,
permiten a Eguchi preguntarse cosas de su existencia: “Se preguntó hasta qué
punto había conocido las profundidades y el alcance del sexo a sus sesenta y
siete años”.
Eguchi
piensa en la brevedad de la vida y de la muerte que le recuerda el efecto de
los somníferos. Creyendo que ese sueño le traería la inmortalidad. Incluso, le
pide a la mujer de la casa una droga como la que toman las jóvenes, pero ésta
se niega diciéndole que estas píldoras son peligrosas para los ancianos así
también piensa en suicidarse y piensa que no puede existir mayor placer que
despedirse de este mundo en los brazos de una de estas doncellas. El sabia que
tomar constantemente los somníferos traería graves consecuencias para las
jóvenes y da a entender que podrían llegar a morir pronto. Posteriormente,
descubre casualmente por las palabras de un amigo que uno de los clientes ha
fallecido en este local por un fallo cardíaco. Luego, muere una de las dos
jóvenes, que duermen junto a Eguchi en su última visita, tal vez había sido por
sobredosis de narcóticos. Después, la mujer de la casa retira el cuerpo de la
muchacha, a toda prisa, como lo había hecho con el cadáver del anciano,
trasladándolo a un lugar cercano.
Presintiendo
su muerte trata de cumplir sus fantasías que le inspiran las jóvenes. Insiste
desde el primer día que llego a la posada en acariciar los labios de las
doncellas, con un significado erótico, pese a ser una de las prohibiciones del
local: “No debía hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer
de la posada. No debía poner el dedo en la boca de la mujer dormida ni intentar
nada parecido”. Eguchi nunca trata de llegar mas allá con las jóvenes, se
limita a acariciar su piel, tocar sus cabellos y recorrer por completo la
anatomía de sus cuerpos.
Este
autor nos muestra la tendencia de los hombres para darnos cuenta de lo rápido
que pasa el tiempo y el recuerdo de las cosas que vivimos y las que no
realizamos, también muestra la soledad que muchas personas en su edad madura
viven, nos menciona los cinco sentidos de este universo de sueños ya que a
través del tacto experimenta el contacto suave y cálido de los cuerpos de las
jóvenes; con el oído, el sonido de las olas al golpear en los acantilados en el
exterior de el lugar y la resonancia lejana del invierno que trae el viento;
con el gusto, el sabor de un beso sobre una parte de la anatomía femenina; con
el olfato inicia el mecanismo de la evocación de los recuerdos; y con la
percepción de la vista, un sinfín de imágenes que descifran la pasión.
El
autor nos da a entender que el fin con el que los ancianos tienes sus
encuentros con las jóvenes es olvidarse que la muerte esta cerca, así sentirse
jóvenes y plenos pensando que vivirán mas tiempo absorbiendo la juventud de las
doncellas y evitando la soledad de su vejez. Asimismo, explora las fantasías
femeninas en la figura de una mujer, madura, que antes de dormirse contaba los
hombres por los que le hubiera gustado ser besada.
El
autor nos maneja una línea entre la fantasía y la realidad que muchas veces
confundimos y no sabemos en que momento esta presente.
En
este relato, el autor nos dice que ha pasado en una habitación, con cortinas de
terciopelo de color carmesí, en un exclusivo local, donde duermen bellas
doncellas y en la que las paredes esconden los deseos, secretos y recuerdos de
los hombres que lo visitan. Al final de sus relatos y recuerdos Eguchi se
encuentra a la muerte esperándolo en el la salida de esta casa.
Lo que me llamo
la atención de este libro es la descripción que hace el autor de la necesidad
de las personas mayores por tratar de sentirse jóvenes o recordar momentos
importantes en su vida, así como la idea y el recuerdo de las acciones o metas
que no pudieron realizar y que tal vez a su edad quisieran poder hacer y
también la soledad que muchas de ellas viven y que tratan de solucionar
buscando la compañía de personas mas jóvenes.
También la
visión de las mujeres dormidas como símbolo de una fantasía o un deseo que no
se ha calmado hacia otras personas ya que no pueden tener la energía y la
juventud que algún momento tuvieron.
También el como
utilizan los sentidos para poder recrear o recordar a una persona o un momento
que vivieron y que permanecían olvidados, que fue importante en sus vidas y con
este simple hecho vuelven a su memoria.
Kawabata Yasunari, “La casa
de las Bellas Durmientes”, Luis de Caralt Editor S.A. – Barcelona, 1989.